lunes, 30 de abril de 2012

Cueva de Coventosa

Iñaki Miró
Guía de Montaña, Escalada, Espeleología y Barranquismo.
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Cueva de Coventosa






La espectacular galería de los Fantasmas, de Coventosa

Algunas de las fotografías utilizadas en la realización de este reportaje son propiedad del autor, sacadas a lo largo de varias salidas con compañeros diferentes, y otras son propiedad de estos mismos amigos que las han cedido amablemente, como Manuel Carrión, Alfredo Lucas, Ángel Hernández, grupo espeleológico GEXXI e Isidro Sánchez. Agradezco especialmente la colaboración fotográfica de Félix Martínez, de Madrid, y de Vicente Benedito, de Valencia, que aunque no aparecen en este reportaje también han cedido algunas fotos, y la del grupo AER, autores de las dos fotografías del río. Va por ellos.


La cueva de Coventosa, (en la imagen, sacada desde el interior) cuya boca se abre en el valle del río Asón, término municipal de Arredondo, en Cantabria, es una de las cavidades más grandes, conocidas y representativas de nuestra geografía.


El río Asón- tributario del mar Cantábrico- y sus diferentes afluentes, forman una amplia cuenca en una comarca de montañas calcáreas intercaladas por profundos valles teñidos con el sempiterno color verde tan característico del norte.


La impresionante cascada que forma el río Asón en su nacimiento de una surgencia subterránea, en época de crecida.


La aldea de Asón, hasta hace pocos años comunicada con la carretera del valle solamente a través de un estrecho sendero apto para caminantes y caballerizas. Hoy en día, con carretera hasta el mismo pueblo, es el punto de partida para acceder a esta cueva.

Las últimas visitas:


Con Isidro, Rebeca y Tino, de Bilbao, el invierno pasado, en un día lluvioso (Isidro tras la cámara).


Con miembros del GEXXI hace un par de otoños, también en un día característico del norte. En la foto, conmigo, David y Eva de Barcelona y Vicente de Elche.


¡Vaya!, por fin un día que no llueve. El pasado verano con mis amigos del grupo Cueveros de Madrid, Alfredo, Manuel y Ángel (Alfredo tras la cámara).


Y la última vez, hace apenas un mes, con J.B., un amigo holandés que visitaba por primera vez una cueva acompañado de David M., de Algorta. Para variar también había estado lloviendo.


El albergue


Normalmente, cuando hacemos espeleología por la zona del Asón solemos parar en el albergue de la federación de Ramales. Allí nos solemos juntar con otros grupos de espeleólogos y aprovechamos para saludar a los amigos. En la foto cenando con los miembros del GEXXI de Barcelona.


En esta otra ocasión con los amigos madrileños (algún defecto tenían que tener) del grupo Cueveros, Ángel, Manuel y Alfredo. Y, cansados como estábamos, la ristra de cervezas no había hecho más que empezar...

El acercamiento


El camino de acceso a la cueva es corto, de diez a quince minutos por un camino rural bastante evidente.


La boca de la cueva se abre apenas cinco o seis metros por encima del camino. Hace años era bastante normal pasar sin verla, a pesar de sus grandes dimensiones, debido a la cantidad de vegetación que crecía delante. A día de hoy el número elevado de visitas ha marcado un sendero entre piedras y tierra tan evidente que se hace casi imposible pasar sin verla.

La cueva


La boca de Coventosa es bastante grande y de cómodo acceso. Es un portal amplio y de recorrido descendente.



La red Torca de Cueto- Cuevas de Coventosa y Cuvera es uno de los grandes complejos subterráneos del país, con más de 35 km de desarrollo y 830 m de desnivel entre la boca de la sima de Cueto y la surgencia del río por la boca de la cueva Cuvera. La cueva de Coventosa, de la que trata este reportaje, es la entrada intermedia de las tres que se conocen en la actualidad a este sistema.


En la imagen una topografía de alzada en la que están dibujados los pozos de la sima de Cueto, con el corte del monte Peña Lavalle.


Pasamos un conducto estrecho por el que sopla una fuerte corriente aire (Coventosa: cueva ventosa); enseguida llegamos a las grandes galerías de la zona alta (la red de entrada).


Enseguida encontramos una rampa descendente bastante patinosa- en la que se suele instalar un pasamanos aunque no es necesario- que nos lleva al primer pozo, una colada- al principio tumbada, después vertical- de unos diez metros de desnivel que nos deja en la gran galería intermedia. David M. rapelando.


Ésta quizás no sea la manera más ortodoxa para descender un pozo, aunque sea pequeño, pero bueno, es lo que hace la confianza... El año pasado dejé instalada en este pozo una cuerda fija con un maillón de anclaje; este año había desaparecido: los rapiñadores...


Rebeca en la base del pozo. Por seguridad y como no tiene mucha experiencia la hemos descolgado en lugar de permitirle rapelar.


Para acceder desde esta galería al nivel inferior, en el que se encuentra el río, evitamos un descenso largo con una pequeña trepada vertical de unos cuatro metros que nos permite llegar a un acceso intermedio más cómodo. Hay un pasamanos y una cuerda para facilitar el acceso. En la imagen asegurando a Manuel.


Coventosa no es una cavidad difícil, pero hay unos cuantos lugares que requieren el uso de cuerda y aparejos; conviene ir preparado para superarlos.


Aquí estamos Manuel, Alfredo y yo, en la zona intermedia, dirigiéndonos a la gatera descendente que nos va a llevar al piso inferior, el del río.


David M. y J.B. antes de entrar en la gatera descendente.


La gatera es larga pero afortunadamente no demasiado estrecha, aunque para un hombre tan alto como J.B. resultará bastante incómoda.


La salida de la gatera nos deja en la parte alta de una galería de grandes dimensiones. El descenso es sencillo, al principio hay una cuerda fija para utilizar como pasamanos y después se continúa bajando por una ladera arenosa.


En la parte baja de esta galería hay un cable largo que nos ayuda a descender hasta el nivel del río. Desde aquí ya podemos oírlo.


El último pasamanos es el más complicado, porque atraviesa lateralmente una zona muy vertical. Años atrás hubo un cable que se fue deteriorando; ahora han puesto una cuerda que está mejor. Todo este material conviene cambiarlo cada pocos años; lo usa mucha gente y se deteriora con facilidad.


Pasar no tiene ningún secreto, pero la roca patina bastante en esa zona y al que no tiene hábito de hacer estas cosas se le puede hacer muy cuesta arriba. Menos mal que David M. es todo un campeón...


Al terminar el pasamanos hay que descender una pequeña vertical, de unos cinco metros. Los anclajes de la pared son parabolts galvanizados que ya van oxidándose. En las cavidades conviene utilizar materiales de acero inoxidable, dan más garantías.


Manuel, todo un veterano, bajando el pozo. Anda, que si su Glory ve esta foto le pone las maletas en la puerta fijo.


Ya están todos abajo, sólo falto yo. Éste es otro punto en el que normalmente suele haber una cuerda colocada en fijo, pero la última vez que he ido, hace un mes, ya no estaba. Lo digo porque es mejor no confiarse y portear material para ser autónomos.

Hacia el río



Poco después se llega por fin a las galerías más bajas, a las del río. En realidad, estos grandes gours perpetuamente inundados se alimentan de una cascada que deja un goteo permanente desde una altura de unos cuarenta metros, y también sirven de aliviadero cuando el río (circulando por una galería inferior) va en crecida.


El gour principal tiene las paredes tapizadas de hermosas coladas.


J.B. contemplando el agua sentado sobre una estalagmita. Es un lugar hermoso, bonito de contemplar.


El chorro de la cascada se dispersa en millones de gotas de agua que caen de continuo sobre la zona embalsada. El ruido también es permanente.


Desde la zona de los gours avanzamos por una galería cuyo fondo está siempre inundado. Hay que ir con cuidado para no caerse al agua, porque en algunos lugares cubre hasta la cintura...


Y llegamos por fin al lugar conocido como "el vivac", también llamado "la playa". Un rincón recogido cubierto de arena fina, fin de nuestro trayecto e ideal para descansar porque aquí brota un manantial permanente de agua fresca, buena para beber.


El río de Coventosa es impresionante. El tramo permanentemente inundado es bastante largo, son tres lagos consecutivos en una galería de techo tan alto que no se ve el final, para los que, cuando se hace la travesía desde la sima del Cueto, se introduce primero un bote hinchable que se deja al final de los lagos.


Otra opción más cómoda, que está empezando a ganar adeptos, es portear en la saca personal un traje de neopreno (el agua está muy fría). Todo aquello que nos permita ser autónomos y simplificar las exploraciones en tiempo y número de personas debe ser considerado un adelanto.


En la playa, como es el punto máximo de penetración en la cavidad que hacemos en estas pequeñas salidas, aprovechamos para reponer fuerzas comiendo algo y bebiendo.


Ángel, ya de vuelta, de nuevo en el gour principal.


Ayudando a Rebeca a cruzar el pasamanos; hay que cuidar de las mujeres, y esto no es machismo ni nada parecido, cuidamos por igual a todos aquellos que no están acostumbrados a ciertas maniobras.


A un espeleólogo o escalador acostumbrado estas cosas pueden parecerle una tontería, pero en realidad no lo son y no hay que despreciar el riesgo implícito en las maniobras de cuerda.


Ya de vuelta, David M. y J.B. suben la pendiente arenosa de la gran galería de nuevo en dirección a la gatera.


Es lo que tiene la exploración subterránea, todo lo que se baja luego hay que subirlo.


El acceso inferior a la gatera, que de vuelta es ascendente. En la foto Ángel preparándose para meterse en ella; va a llevar arrastrando la saca.

La galería de los Fantasmas


La galería llamada de los Fantasmas está situada bastante cerca de la entrada de la cueva, aunque todavía hay gente que no la conoce por tener el acceso un tanto escondido. Es de grandes dimensiones, y es una galería en pleno proceso de fosilización, muy concrecionada y de una belleza espectacular.


Estas formaciones, que aquí llaman "fantasmas" aunque en otras cavidades reciben el nombre de "penitentes", ocupan principalmente la zona final de la galería.


Todo un derroche de formas y colores al alcance de nuestros ojos.



Siempre es un lugar apetecible para inmortalizarnos con una fotografía.



En un rincón de la galería hay una gatera en mitad de una zona muy concrecionada, que nos lleva a una salita inferior, también muy hermosa y menos conocida


David y J.B. sólo habían visto estas formaciones en fotografías. Aquí la realidad supera ampliamente a la ficción.


La salita tiene unos rincones tan bellos que no desmerece para nada a su hermana mayor, la galería de los Fantasmas.


Algunos de estos "penitentes" tienen formas de lo más sugerentes.


Y también se han formado unas cuantas columnas muy delgadas que llegan hasta el mismo techo y ayudan a sustentar la bóveda.



Hay hermosas formaciones de todo tipo.


Y los que nunca antes habían visto cosas así se quedan admirados contemplándolas, y con razón.



Hay rincones sugerentes para todos los gustos...



Aprovechamos para hacer fotos posando delante de las formaciones.



Tratando de inmortalizar tantos rincones y tanta belleza.



Y formas de lo más caprichosas...



Dos generaciones de cueveros compartiendo aventuras y momentos inolvidables.



Y con esta imagen de luces y sombras en la galería de los Fantasmas terminamos el recorrido por la cueva de Coventosa.



Y ya estamos otra vez de vuelta en el coche, cansados pero contentos.

Los protagonistas, mis amigos:


Isidro Sánchez, de Santurce, Bizkaia


Rebeca Elorriaga, de Etxebarri, Bizkaia


Tino, de Etxebarri, Bizkaia


Alfredo Lucas, de Madrid


Ángel Hernández, de Madrid


Manuel Carrión, de Madrid


J.B., de Holanda


David Mayo, de Algorta, Bizkaia


Y el autor, Iñaki Miró, de Algorta, Bizkaia


Y los miembros del GEXXI:
De Barcelona: Eva G.T., David Poca, Joan Montoya, y de Elche: Vicente Gómez.
Mi agradecimiento a todos ellos y que sigamos compartiendo estos momentos.