domingo, 24 de julio de 2011

Canal sudeste de Peña Vieja

Iñaki Miró,   Guía de Montaña, Escalada, Espeleología y Barrancos
Página web:  http://inakimiro.jimdo.com/
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Canal sudeste de Peña Vieja
2.660 m de altitud. Dificultad IV grado.

A principio de este verano, el domingo seis de junio, Isidro y yo fuimos a los Picos de Europa con la intención de escalar alguna vía en Peña Vieja. El pronóstico de la meteo no era muy bueno y la previsión decía que a media tarde podría llover, por lo que nos decidimos por un itinerario en teoría rápido, la canal sudeste.


Esta foto de la cara sur de Peña Vieja no es de ese día, la he escaneado de una diapositiva antigua. Pero se ve perfectamente la cumbre de la montaña, de 2.660 m de altitud, y en su vertical, a la izquierda, el Espolón de los Franceses y a la derecha el Espolón de la Mina. La canal sudeste, la vía elegida para escalar, transcurre un poco más a la izquierda, por la sombra del Espolón de los Franceses. El recorrido elegido, entre los largos propiamente  de la canal y los de la arista cimera, tiene casi mil metros de longitud.


Esta otra foto también está escaneada de una diapositiva antigua, y aunque nos presenta una visión diferente de la misma vertiente- está sacada desde la cumbre del Jiso-, también nos sirve para hacernos una idea de la complejidad de esta montaña y del mundo de aristas y canales que nos llevan hasta la cumbre.


De momento el día había amanecido magnífico, despejado. Desde el valle del río Deba, la vista del macizo oriental de los Picos de Europa sobre los bosques de hayas es espectacular. En el centro, un poco a la derecha, la Morra de Lechugales, la cumbre más alta del macizo, de 2.441 m de altitud, y un poco a la izquierda, el pico Cortés, de 2.370 m.



Salimos pronto de Bilbao, a las 6`30 de la mañana, y antes de las 9 ya estábamos en Fuente Dé, el profundo valle de formación glaciar del Parque Nacional de los Picos de Europa. En el centro de la foto, Peña Remoña, 2.247 m de altitud; a la derecha La Padiorna, de 2.230 m, dos de las cumbres más visibles para los turistas y visitantes que se conforman con admirar estas montañas desde el valle.


En el valle de Fuente Dé se ubica el teleférico del mismo nombre, terminado de construir en agosto de 1966, y que vino a sustituir un primitivo cable con el que la compañía minera Vieja Montañesa bajaba los cubos de mineral de blenda desde los llanos de Lloroza hasta el valle.


La estación inferior del teleférico, con una cabina llena de pasajeros entrando a su hangar.


Los cables de los que cuelgan las cabinas del teleférico tienen una longitud de 1.450 m y permiten a los visitantes salvar una impresionante muralla rocosa de casi 800 m de desnivel en tan solo cuatro minutos.


La estación superior del teleférico, situada a 1.823 m de altitud; detrás, la crestería rocosa que va desde Peña Olvidada, a la derecha, hasta los Horcados Rojos, a la izquierda.


Desde la estación superior la visión que tenemos sobre las cumbres adyacentes cambia de manera sobrecogedora. Los bosques de hayas en los que se esconden algunos de los últimos osos y lobos de la Cordillera Cantábrica trepan sobre las laderas hasta encontrarse con el mundo vertical y rocoso de estas montañas.

Salimos del teleférico e iniciamos el camino hacia la base de la canal sudeste de Peña Vieja. Al fondo los llanos de Lloroza y la torre San Carlos, de 2.355 m. de altitud.


El camino bordea la mole rocosa de Peña Olvidada, en realidad una antecima o cumbre secundaria de su hermana mayor la Peña Vieja, de 2.613 m de altitud, la cumbre más alta de Cantabria y una de las principales de los Picos de Europa.


La torre de los Horcados Rojos, una antecima o cumbre secundaria del pico de Santa Ana, en el camino que va desde el mirador del cable hasta la Vega de Urriello, donde se encuentra el Naranjo de Bulnes o pico de Urriello, la cumbre más emblemática y conocida de los Picos de Europa. La cara sur de los Horcados Rojos (en la foto) también es un destino preferente de los escaladores en estas montañas.


Con un desnivel de casi mil metros de roca y una perspectiva tan cercana que falsea las proporciones de la foto, ésta (comenzando nuestro itinerario más o menos en el centro del nevero), es la canal sudeste de Peña Vieja. Un itinerario de escalada clásica, con solamente algunos (muy escasos) puntos de seguro colocados en la roca, de recorrido indefinido, de dificultad moderada aunque en algunos lugares podemos encontrarnos con problemas, y en el que el primero de cuerda debe tener la suficiente habilidad para saber encontrar el mejor itinerario y poder desenvolverse con seguridad en una roca a veces inestable y poco amable a la hora de dejarnos colocar seguros.


Los primeros dos largos son muy fáciles y los subimos trepando, sin atarnos. Pero enseguida se coge altura y la roca es bastante inestable, por lo que conviene tener un poco de atención.


La dificultad en general de estos primeros largos, los del inicio de la canal, no exceden del III grado, aunque es una trepada continua a veces en roca lavada por la nieve del invierno y donde no encontramos ningún seguro ni es fácil montar reuniones en las que podamos asegurarnos bien.


Los largos se van sucediendo y según vamos acercándonos al tramo central de la canal la roca es cada vez más vertical y la escalada en general más comprometida.



La canal sudeste de Peña Vieja es una ascensión en la que, si sólo nos fijamos en la reseña técnica, a priori parece fácil de realizar para cualquier escalador de grado medio, y lo es, pero no conviene olvidar que estamos en alta montaña ni menospreciar otros factores, como la gran longitud de este itinerario y el cansancio físico que provoca, las condiciones cambiantes de una roca a veces mediocre y la inexistencia de seguros colocados.



Ya estamos metidos de lleno en el tramo central de la canal y el tiempo está cambiando. Una niebla cerrada se está extendiendo sobre la montaña y envilece el paisaje. Valoramos las opciones y de momento decidimos continuar.


Nos encontramos con largos muy bonitos que corren paralelos a canales de hielo que se mantienen en algunas zonas a pesar del calor del verano. Aquí la roca está muy pulida debido a la erosión de la nieve, y encontramos poco lugares donde montar seguros fiables.



Definitivamente la niebla se ha cerrado en torno a nosotros. La temperatura también ha bajado varios grados y tenemos que ponernos algo de ropa. La vía continúa en la misma tónica, no encontramos seguros emplazados y tenemos que colocar fisureros, friends o lazos sobre puentes de roca y mogotes para asegurar algo el recorrido.


Tanto Isidro como yo hemos recorrido este itinerario en varias ocasiones, la última hace unos cuantos años en compañía del malogrado escalador bilbaíno Iñaki Balbás, y creo que hemos repetido muy pocos largos porque siempre escalamos por diferentes lugares, tantas son las opciones que da esta roca y tan poco definido es el itinerario.


En la zona central de la canal hay unos cuantos largos bastante verticales en los que la dificultad de la escalada aumenta, IV grado con algún paso de IV superior, y aunque de manera esporádica aparece alguna que otra clavija vieja la posibilidad de asegurar de manera fiable continúa siendo reducida. En esta zona hay que tener en cuenta la posibilidad o el riesgo de caídas largas, por lo que conviene ir bastante afianzado en este grado o a ser posible uno superior.



Continuamos escalando, a pesar de que la niebla ha cubierto completamente la montaña, en algunos momentos apenas vemos a unos metros de distancia y hace bastante frío.


En la zona alta de la canal va apareciendo la nieve en forma de ventisqueros encajonados entre altas paredes, y eso que este año ha sido uno de los que menos precipitaciones invernales han recibido los Picos de Europa. La niebla hace que resulte difícil adivinar el itinerario correcto.


La zona alta de la canal se está poniendo muy seria. Hace frío, cada vez se ve peor y estamos escalando por escalar, avanzando, sin tener muy claro por dónde vamos. Estamos valorando la opción de darnos la vuelta, pero ya no puede quedar mucho hasta la arista cimera.


La roca está aquí tan fría que se nos hielan los dedos al tocarla. Por los ventisqueros de hielo sube una corriente de aire heladora que nos hace desear llevar más ropa de la que tenemos. Pero estamos en pleno verano y la previsión de la meteo no hablaba de un día tan poco acogedor.


Al final, un par de largos por encima del último ventisquero llegamos a la arista cimera. Desde aquí hasta la cumbre queda todavía una buena tirada, pero el caso es que no vemos nada y es imposible y muy peligroso continuar. Así que decidimos bajarnos, toda una odisea en una vía tan larga, de roca inestable y en la que no hay seguros emplazados para el descenso.


Isidro acaba de llegar al nevero en la base de la montaña. Hemos empleado poco más de tres horas en realizar la ascensión y casi el doble para bajar, destrepando con mucho cuidado en algunos lugares, montando emplazamientos de rápel poco seguros en otros, e incluso descolgándonos, por supuesto abandonando material. Pero bueno, es a lo que te expones en una ascensión de estas características; la alta montaña es bastante caprichosa, en algunas ocasiones da muchas satisfacciones pero en otras te exige dar lo mejor de ti mismo para evitar un incidente serio.


El sol se está poniendo sobre el macizo oriental de los Picos mientras los prados de Áliva se sumergen en la oscuridad. Es tarde, el último teleférico hace tiempo que ha salido y tenemos que bajar andando hasta el coche, dando la vuelta por Espinama y subiendo después a Fuente Dé. Estamos cansados, todavía nos quedan unas dos horas y media caminando y cuando llegamos, por fin, llevamos casi doce horas continuadas de actividad.


Y lo mejor de todo, al bajar por los prados de Áliva- caprichos de la naturaleza-, es que miramos para atrás y el anochecer ha disipado completamente la niebla, no queda ni rastro de ella. Como dijo alguien: la montaña es así.