domingo, 23 de septiembre de 2012

Gorga Negra del Alcanadre

IÑAKI MIRÓ
Guía de Montaña, Escalada, Espeleología y Barranquismo
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SIERRA  DE  GUARA
GORGA NEGRA DEL RÍO ALCANADRE 


La Sierra de Guara, situada en el pre-Pirineo de Huesca, es un enclave privilegiado que posee uno de los paisajes más bravíos y accidentados del mundo, atravesado por una serie de grandes cañones y profundas gargantas talladas a lo largo de millones de años por las aguas de los ríos que lo atraviesan.


Hace algo más de cuarenta años, en esta sierra, de la mano principalmente de algunos escaladores y espeleólogos franceses entusiastas y también de los miembros del hoscense Club de Montaña Peña Guara- que empezaron a explorar estos barrancos y desfiladeros- nació la actividad o deporte de montaña que se conoce hoy en día con el nombre de barranquismo.


A finales de agosto de este año David, Marc y yo acudimos a la Sierra de Guara con la intención de recorrer algunos barrancos.


Hoy hemos madrugado porque tenemos intención de recorrer el cauce alto del río Alcanadre atravesando los barrancos de Gorgas Negras y Barrasil. En conjunto es uno de los barrancos más largos y completos de la sierra, una actividad que nos ocupará el día entero.


Después de preparar el equipaje y los trastos que necesitamos comenzamos a caminar a eso de las siete de la mañana, antes de que salga el sol. Una hora todavía fresquita.


Dejamos atrás el pueblo de Rodellar y tomamos el camino que lleva al fondo del Barranco de Mascún. Conocí por primera vez este pueblo durante la Pascua del año 1979. El pueblo estaba abandonado, la mitad de las casas estaban en un estado de lamentable deterioro, nadie vivía permanentemente allí y sólo encontramos a un pastor que aunque tenía casa aquí vivía en el cercano caserío de Las Almunias. Tampoco había electricidad ni agua corriente. Hoy el pueblo tiene bares, tres campings, albergues rurales, una activísima vida principalmente veraniega y no sólo se ha convertido en uno de los destinos mundiales de los aficionados a los barrancos, sino también en uno de los lugares predilectos de los escaladores "deportivos".


Para nuestro acercamiento utilizamos el antiguo camino que conecta Rodellar con los cercanos pueblos de Otín y Nasarre, hoy completamente abandonados.


Una vez en el fondo del barranco lo recorremos río arriba y pronto llegamos a la surgencia, un manantial de agua freática limpia y transparente que a pesar de la prolongada sequía de este año todavía mana abundante.

Las laderas pedregosas del barranco de Mascún están tapizadas de pedreras y bosquetes de bojes y encinas. Por todas partes vemos cortados y paredes de roca que tan atractivas resultan a los escaladores.


El delfín de Rodellar, una ventana natural de grandes proporciones que la erosión de los elementos ha tallado de forma caprichosa en mitad de un cortado.


Poco más adelante, después de varias curvas del río, podemos admirar las impresionantes formas erosivas de la Ciudadela y la afilada aguja rocosa denominada Cuca de Bellostas.


Pero nosotros no llegamos tan lejos en este barranco y nos desviamos por un camino lateral abierto en la ladera, que asciende hasta la zona alta de la sierra, a la meseta que se encuentra entre los valles de los ríos Mascún y Alcanadre.


Desde lo alto, a lo lejos, vemos el pueblo abandonado de Nasarre. Los pueblos altos de la Sierra de Guara, como los de otras sierras prepirenaicas, fueron progresivamente abandonados a mediados del siglo anterior, según la cada vez más acusada escasez de lluvias y de nieve invernal fue secando los manantiales de los que se abastecían personas y animales, haciendo la vida cada vez más difícil.


Nos paramos a admirar el dolmen llamado la Losa Mora, un impresionante megalito de origen prehistórico sobre el que los habitantes de estas aldeas crearon un sinfín de leyendas.


Una vez atravesada la meseta que se forma entre los dos barrancos principales de la sierra, comenzamos el descenso hacia el valle del río Alcanadre.


Más allá de la ladera de esta montaña, cubierta de arbustos de boj y de enebros, vemos los primeros cortados calizos que indican la situación del barranco Gorga Negra, a donde nos dirigimos.


Ya hemos llegado hasta el río. Desde Rodellar hemos venido a buen paso, aunque sin prisas y parando a sacar algunas fotos, y hemos tardado dos horas y media. Otras veces he venido sin parar, solo, caminando más rápido, pero nunca he tardado menos de dos horas. Es un camino largo.


Caminamos río abajo hasta llegar al inicio del barranco, y allí nos preparamos. Es la quinta vez que hago este recorrido y jamás había visto este cauce tan seco; la sequía de este año ha sido aterradora.


Pero una vez que el cauce del río Alcanadre se introduce en la espectacular y estrecha garganta Gorga Negra, recibe varios aportes subterráneos de aguas freáticas con los que aumenta de caudal.


Al comienzo la garganta es muy estrecha y no ofrece más dificultades que las de avanzar atravesando pozas.


En esta zona de la garganta el agua todavía no está muy fría y es disfrutona.


Es una extraña y a la vez hermosa configuración geológica de pozas y badinas donde el agua va serpenteando y saltando de manera caprichosa.


Al final, la manera más cómoda de avanzar por esta zona es dejándose llevar por el agua.


Las formas de las rocas del barranco son espectaculares, como si hubieran sido talladas por la mano de un escultor loco.


Avanzamos entrando y saliendo continuamente del agua, saltando de una poza a otra.


Y llegamos al primer rápel para salvar un pequeño desnivel de unos 5 o 6 m. Debajo hay una buena poza y se puede saltar, pero no nos fiamos; el agua está algo turbia y no se ve lo que hay debajo.


Como Marc no tiene un buen control de las maniobras de cuerda prefiero descolgarle.


En esta zona el barranco es más ancho y encontramos numerosos caos de grandes bloques que hay que sortear, buscando el paso más cómodo.


La mayoría de las veces un simple destrepe entre bloques nos deja de nuevo en el agua.


El barranco ha vuelto a estrecharse. Parece mentira lo estrecha que puede ser la base de este desfiladero, con las gigantescas dimensiones que tiene por encima de estas paredes.


Aquí el agua ya está muy fría. Hay varias surgencias de aguas subterráneas que le dan bastante caudal al río Alcanadre, pero que también enfrían considerablemente su temperatura.


La garganta ha vuelto a estrecharse considerablemente.


Para Marc está siendo una experiencia doblemente interesante, pues viene de un país en el que no hay montañas y todo es completamente llano.


En algunos lugares los amontonamientos de grandes bloques forman cavernas y pasos subterráneos.


Caminar, trepar, nadar, y así sucesivamente, sin descanso.


El siguiente descuelgue. En realidad todos los rápeles en este barranco son evitables saltando desde arriba a las pozas, a veces con saltos de hasta doce metros. Pero cuando el agua no está bien transparente para ver lo que hay debajo no nos fiamos.


Descuelgo a Marc hasta la siguiente poza.


Y por último bajo yo. David ha bajado el primero y es el que nos saca las fotos.


Luego una vez en el agua hay que recoger la cuerda tirando de ella y volver a enrollarla.


Dejamos atrás la zona más estrecha de la Gorga Negra y el barranco se abre un poco, permitiéndonos admirar el paisaje salvaje que lo envuelve. 


Nos hemos encontrado con un par de compañeros que también están haciendo el barranco y compartimos experiencias con ellos.


Llegamos a otro caos de bloques por los que hay que destrepar, pero David ha encontrado un paso estrecho por donde se cuela el agua y decide mirar a dónde conduce.


El paso es muy estrecho, sólo apto para "mal comidos".


Y voilá, ya ha desaparecido. Como decían los romanos: ad augusta per angosta (no sé si lo he escrito bien, que me perdonen los "latinólogos").


Marc y yo destrepamos los bloques como tocaba y nos encontramos más abajo, en el agua. Todos los caminos llevan... en este caso a la poza.


El barranco ha vuelto a abrirse; en esta zona es muy amplio y espectacular. Pero todavía nos encontraremos con zonas estrechas.


Buscamos un lugar cómodo y paramos un rato a descansar, ya son muchas horas de esfuerzo continuo.


Y continuamos: pozas, nadar, saltos, destrepes, es como si fuera un parque de atracciones acuático que no se terminara nunca.


Todavía quedan saltos espectaculares a pozas profundas, como éste de unos seis metros.


¿Es que nadie te ha explicado que se salta con los brazos pegados al cuerpo?


Por encima de nosotros se abren grandes paredes. Ésta concretamente está ocupada por una colonia de buitres, en todas las repisas hay algún nido.


Volvemos a salir de una estrechez larga y profunda, donde el sol no llega hasta el agua.


Y vuelta a nadar entre bloques para continuar avanzando.


Éste es un bonito rápel al borde de la cascada, también se puede saltar, pero preferimos no forzar la máquina y utilizar la cuerda; hay muy poca agua y nunca se sabe...


Además, también es una gozada bajar poco a poco y disfrutar con calma de todas las sensaciones que nos depara el río.


El ambiente que nos rodea es salvaje y espectacular, no hay caminos, no hay personas, sólo naturaleza en estado puro, que apenas ha cambiado en cientos de años.


Y ya hemos terminado definitivamente la Gorga Negra y el río se abre al amplio valle de Barrasil, por donde continuamos avanzando.


Aquí volvemos a hacer una paradita de descanso y aprovechamos para beber y comer algo, necesitamos recuperar fuerzas, son ya muchas horas.


Y el valle vuelve a cerrarse para dar paso a los primeros caos de bloques del barranco de Barrasil.


Y de nuevo vuelven las pozas con tramos muy largos de nadar.


Es curioso cómo un valle tan amplio puede dar paso a una garganta tan estrecha, la naturaleza siempre es caprichosa.


Y por encima tenemos vertiginosas paredes a las que no podemos dejar de mirar con respeto.


Hemos vuelto a juntarnos con los mismos dos compañeros de aguas arriba y avanzamos juntos.


Aquí casi parece que estemos en una gran piscina. Hay tramos muy largos en los que toca nadar.


Parece que no, pero ya estamos cansados.


Después de varias curvas más llegamos por fin al estrechamiento final, defendido por dos enormes paredones calcáreos de aspecto impresionante. 


Y ésta por fin es la poza final, donde termina el barranco de Barrasil y por lo tanto nuestra aventura.


Pero también es la tirada más larga donde es obligatorio nadar, 200 m de poza profunda donde sólo hacemos pie en un par de metros de la zona central. Hay que decir que para hacer estas actividades es necesario moverse con soltura en el agua y no sólo en la roca.


Al final de esta gran poza, llamada Bocazal de los Gatos, el barranco vuelve a abrirse para dar paso al amplio valle por el que el río Alcanadre discurre ahora con placidez.


Todavía quedan unos trescientos metros de río para llegar a lo que consideramos el final del recorrido, aunque ya no es necesario avanzar por el agua pues encontramos un cómodo camino lateral.


Y éste, el famoso puente románico de Pedruel sobre el río Alcanadre, es el final del recorrido. Encima de él, Marc y David contemplan el paso ahora tranquilo de las aguas.


Y la vuelta al pueblo la realizamos por un antiguo camino lleno de encanto que unía- pues ya hoy ha desaparecido en muchos tramos- los pueblos de Las Almunias y Rodellar. Cuando llegamos al pueblo comprobamos que hemos invertido al final once agotadoras horas en hacer todo el recorrido. La vez que más rápido lo he hecho, solo, tardé ocho horas, es un barranco muy largo.


Y con esta bella imagen del pueblo de Rodellar, situado justo sobre la confluencia de los barrancos de Macún y Barrasil, terminamos este reportaje.