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martes, 17 de mayo de 2011

Mallos de Riglos

Iñaki Miró,   Guía de Montaña, Escalada, Espeleología y Barrancos
Página web:  http://inakimiro.jimdo.com/
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Mallos de Riglos

Este pasado fin de semana, 14 y 15 de mayo, David y yo hemos ido a escalar a los "Riglos", como se llama en el argot montañero al pueblecito aragonés de Mallos de Riglos.


Las fantásticas paredes de los mallos, nombre que los habitantes del alto Aragón dan a estas formaciones rocosas, yerguen sus líneas verticales por encima de las casas encaladas del pueblo. Las paredes de los mallos, de entre 250 y 300 m de altitud, reciben diferentes nombres: a la izquierda, la aguja solitaria, es el Fire; la cumbre más alta y ancha, en el centro de la imagen, el Pisón; un poco a la derecha, algo más bajo, el Cuchillo; y a la derecha del todo, con el impresionante desplome que forma su cima, el mallo Visera.


Aquí los vemos acercando un poco la imagen. Desde siempre los mallos han atraído las miradas de los escaladores por la pureza de sus líneas verticales. Efectivamente, en pocos lugares paredes de tanto desnivel mantienen ese nivel de verticalidad absoluta y en muchos lugares incluso desplomada. Se debe en parte a la naturaleza de su roca, una pudinga- roca conglomerada de origen sedimentario- de una calidad excepcional.


Esto es lo que llamamos el macizo del Pisón, la pared probablemente más emblemática de los mallos y la primera que atrajo las miradas de los escaladores. La vía que hemos elegido para escalar, la Choper, transcurre un poco a la izquierda del espolón o arista que delimita la pared por su derecha, justo a la izquierda de la profunda chimenea (sombreada) por donde va la vía Pany-House.


Aquí está David en el primer largo. La vía está bastante bien equipada con parabolts y todas las reuniones tienen anclaje para rapelar.


En la pared de la derecha, entre el espolón del Adamello y la chimenea Pany-House, hay varias vías de carácter deportivo donde encontramos a otras cordadas.


David se pega como una lapa a la pared. El día se está nublando por momentos y el pronóstico del tiempo daba algo de lluvia hacia el mediodía.


David llegando a la segunda reunión. Ésta es una vía bastante recomendable, bien asegurada, con la roca muy franca y con un nivel de dificultad agradable y bastante asequible. En los dos primeros largos, a pesar de las continuas panzas tan características de los mallos, no hay ningún paso que supere el V sup.


Han comenzado a caer algunas chispillas de agua y nuestros vecinos de la vía cercana han decidido bajarse. Por lo visto el día anterior les debió caer un buen chaparrón escalando y no querían repetir la experiencia.



La entrada de la segunda reunión. David tiene la cara muy seria, no le debe de hacer mucha gracia que le diga: ¡espera un momento que te voy a sacar una foto!


El tercer largo empieza con una panza desplomada algo más difícil que las de los largos anteriores. Nuestros vecinos todavía están montando los rápeles.


Esta foto es ligeramente engañosa. Sólo hay que fijarse en los vecinos de al lado para darse cuenta de que la inclinación de la cámara no ha sido la real y el paso es bastante más desplomado de lo que parece a simple vista. Ésta es la principal característica de las panzas rigleras, todo un reto en otra época que se ha solucionado con los seguros expansivos taladrados a la pared.


La entrada de la tercera reunión, otro paso desplomado. Cuando comenzó la escalada en Riglos, allá por los años 50, la absoluta verticalidad de la roca obligó a que los primero aperturistas se fijaran únicamente en las grandes "chimeneas" que se forman entre los mallos. Cuando se iniciaron las primeras líneas en pared, los aperturistas hacían gran cantidad de travesías horizontales bajo las panzas hasta encontrar un punto franqueable. No fue hasta que aparecieron los primeros buriles taladrados directamente a la roca cuando comenzaron a salvarse las panzas de manera directa, casi siempre, en aquella época, en escalada artificial.


La tercera reunión. Hemos decidido continuar para arriba a pesar de que el tiempo estaba inestable y ha sido una buena decisión: ha dejado de chispear.


La misma imagen más de cerca. El cuarto largo es el más difícil. Hay que superar dos panzas muy pronunciadas que son bastante brutales. Pero están bastante bien equipadas y el que lo necesite puede ayudarse algo de los parabolts, aunque no totalmente. Quiero decir que no se puede hacer en artificial, es necesario como mínimo tener un nivel de 6a e ir tranquilo.


En el quinto largo, a unos metros de la reunión, hago una travesía a la derecha por una vira y me meto en la chimenea Pany-House. Nuestra intención es continuar por esta vía hasta el collado y atacar la cumbre por la vía original del Torreón.


La chimenea es profunda y la escalada aquí es completamente diferente. El equipamiento es escaso y también tiene pasos de dificultad. Pero la vista del pueblo encajonado entre las dos paredes es espectacular. Todavía nos quedan un par de largos hasta el collado y otros tres hasta la cumbre.


En el primer largo de la original al Torreón. Aquí el ambiente es completamente diferente. Desde que hemos salido al collado el viento del norte sopla con mucha fuerza, hace frío y el ambiente es desagradable. Dos cordadas están rapelando desde la cumbre y las cuerdas desafían la gravedad poniéndose casi horizontales de la fuerza del viento.


La vía del Torreón va sorteando desplomes y panzas buscando el lugar más fácil de la pared. Pero el viento ha conseguido que dejemos de disfrutar en la pared, así que hacemos tan solo largo y medio hasta encontrar unas argollas de rápel y decidimos bajarnos. Eolo nos ha chafado la cumbre. Otra vez será.


Después de los rápeles- tardamos casi una hora en bajar detrás de unas cordadas de Cuenca- recogimos el material y nos fuimos a celebrarlo al bar de Toño, regentado ahora por un par de chicas. Después de cenar salimos a la terraza. El Pisón se ha puesto rojizo al atardecer. Cuando hemos decidido bajarnos estábamos en la arista de la derecha, casi en la cumbre.


Es lo que tiene la montaña, unas veces se corona el objetivo y otras no, pero da lo mismo, lo importante es disfrutar el momento de la escalada, y cuando terminas, al de unas cuantas horas, poder comentarlo con los amigos con una buena jarra de cerveza y un plato de cosas ricas recién hechas.


Al día siguiente, domingo, amaneció completamente despejado, pero el viento había arreciado un poco más, si cabe, y la temperatura había bajado. Una cordada de franceses se metieron temprano en la vía Murciana y en la segunda reunión decidieron bajarse debido al frío que estaban pasando. Nos hemos decidido por la directa al Puro, una vía protegida del viento. David en el primer largo, una fisura desplomada bastante impresionante pero bien asegurada y con buenos cantos.


Esta vía la hacíamos hace muchos años cuando sólo estaba equipada con clavos viejos, cordinos en puentes de roca y tacos de madera, y era otra cosa.


El segundo largo es similar, y desde la reunión es un poco complicado sacar una buena foto, así que ha quedado... esto.


El tercer largo es el de la cueva, que le llaman, un desplome bastante considerable que antiguamente se hacía en artificial y hoy se puede sacar en libre gracias a dos parabolts bien situados y que dan bastante confianza. Las guias le dan al paso 6a, pero en estos largos los pasos están infravalorados y es bastante difícil, por lo menos 6b.


Después del largo de la cueva nos metemos en la chimenea-canal del Puro. Unos sesenta metros de escalada de IV grado nos conducen al collado del puro.


Impresionante la vista que tenemos del Fire desde la chimenea del Puro. Por el perfil de la izquierda discurre el Espolón Rabadá-Navarro, en su momento mítica vía de escalada que fue todo un reto para las mejores cordadas europeas. Yo la hice hace unos 28 años con mi compañero de entonces, Guillermo Bergaretxe.


La intención que teníamos era llegar al collado del Puro y si no soplaba mucho viento continuar por la vía Serón Millán hasta la cumbre, pero no fue posible. En el collado el viento soplaba con mucha fuerza y continuar no merecía la pena, el día no estaba muy agradable.



Así que rapelamos desde el collado y un par de cordadas de franceses que venían detrás de nosotros hicieron lo mismo. Preparo el rápel. David y una chica francesa en la reunión de la cueva.


La segunda cordada de franceses todavía están en la chimenea. Cuando lleguen al collado harán lo mismo que nosotros. Y es una pena, porque el día está soleado y si no fuera por el viento estaría perfecto para escalar, caminar, y lo que fuera.


Los rápeles son volados, es decir, las cuerdas en algunos sitios quedan muy separadas de la pared y a veces cuesta acceder a la repisa donde están los anclajes del siguiente rápel.



Por fin el último rápel. Ya estamos en el suelo, y como siempre, separados varios metros de la pared.


La vista que tenemos del Fire desde la base de los rápeles es impresionante. Justo por el centro de la pared, por la línea de sombras, terminando justo en el collado entre las dos cumbres principales de la montaña, transcurre la vía Galletas, la más accesible de esta pared. La he recorrido en media docena de ocasiones y puedo decir que es una vía bonita, bien equipada y muy recomendable.


Y así acabó nuestra aventura riglera de este pasado fin de semana. Un saludo para todos.

2 comentarios:

  1. Que interesantes estas descripciones de tus escaladas! Mi enhorabuena por lo ameno de este blog. Y buenas fotos!!!

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  2. La directa del puro es una variante de la normal la cual la coje con dos tiradas?
    Cordialmente J Coma

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