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lunes, 11 de junio de 2012

Vía Luces Nocturnas al Racó del Corb

Iñaki Miró
Guía de Montaña, Escalada, Espeleología y Barranquismo
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Vía Luces Nocturnas
al Racó del Corb


Llamamos el Racó del Corb a la pared que se levanta directamente sobre el mar a un costado de la Cala de Mascarat, en la zona donde los acantilados del Morro de Toix son más elevados. Esta hermosa zona de la Costa Blanca alicantina, que en realidad se abre hacia la bahía de Altea, pertenece también, como el Peñón de Ifach, al municipio de Calpe.


Luces Nocturnas es una fantástica vía de escalada de 160 m de longitud y una dificultad obligatoria de 6b+, abierta en abril de 1983 por V. Andrés y S. Pastor, que transcurre directamente por la Punta de Mascarat.


El pasado 31 de mayo fui con mis amigos Juan Carlos y Pepe a escalar al Racó con la intención de hacer esta vía. Entramos con los coches al pueblecito de Mascarat y aparcamos justo encima de la cala entre dos urbanizaciones. Un sendero evidente lleva hasta el mar.


Desde el aparcamiento, sólo tenemos que asomarnos un poco sobre la playa para ver la pared. La vista es impresionantemente atractiva. En la imagen la Punta de Mascarat, perfil rocoso por donde discurre la vía que vamos a realizar.


Hace años el camino de acceso a la cala era otro, pero una cercana urbanización que no respeta la ley de costas, como tantas en la provincia de Alicante, ha obligado a cambiarlo. 


El lecho de la playa es de guijarros, y si unimos esta circunstancia al acceso incómodo, nos da una cala que casi siempre está vacía o con muy poca gente, lo que es difícil hoy en día en un lugar tan turístico.


Desde el otro extremo de la cala la vista sobre la Punta de Mascarat y la pared del Racó del Corb es impresionante. No es una pared muy grande, poco más de 100 m de altura, pero como hay que hacer una gran travesía para acceder al comienzo de la vía, al final escalamos sobre 160 m de bastante dificultad, por lo que al final queda una buena ruta.


Una vez en la playa nos detenemos un rato a contemplar la pared y estudiar el itinerario de la vía.



En esta imagen he marcado el itinerario de la vía y los lugares donde hacemos las reuniones. Entre la primera y la segunda se atraviesa una placa muy lisa en la que han puesto un cuerda fija para permitir el acceso. En la tercera tirada de cuerda, muy larga y todavía en travesía, sólo hay una única clavija aproximadamente en el centro del largo, lo que obliga a dar numerosos pasos de 6a y 6a+ sin ninguna protección.


Mis compañeros en esta aventura: Pepe, a la izquierda, y Juan Carlos, a la derecha, los dos de la provincia de Valencia.


El perfil de la pared, desde la orilla del mar donde nos encontramos, es impresionante, liso y muy vertical.


Preparamos el material necesario. En principio la vía está bastante equipada, pero nunca se sabe; llevamos friends y cintas largas.


Y empezamos a escalar el primer largo. La pared está oscura y sin embargo el sol da con fuerza en el mar, por lo que el contraste de luces es excesivo.


Juan Carlos asegura. Estrenamos dos cuerdas de algo menos de 9 mm y 60 m de longitud, cortesía del amigo Pepe. Siempre es una seguridad escalar con cuerdas nuevas.


El primer largo no es muy complicado, IV+ con dos chapas de seguro, lo ideal para entrar en calor y tomar contacto con la roca.


Para mis compañeros es la primera vez en esta pared, a la que tenían muchas ganas. Para mí es la segunda.


El largo no es muy difícil pero tampoco un paseo. Por lo menos para mí, hasta que entro en "calor", los primeros largos siempre son "delicados".


Ya he llegado a la primera reunión, una repisa inclinada, y me aseguro a ella para recoger a mis compañeros.


Pepe va el primero de los dos y enseguida llega a la reunión. Parece que está contento.


Enseguida empieza también Juan Carlos a escalar. El primer largo les cuesta poco.


Y llega también a la reunión sin mayores contratiempos. 


El siguiente largo es el de la cuerda fija, que va hasta donde empieza la vía de El Dorado. Nos aseguramos a ella pero continuamos escalando, mientras se pueda.


Colgados en la primera reunión. La verdad es que esta vía tiene una estética impresionante.


Poco a poco vamos avanzando en horizontal, siempre hacia la derecha.


Veo a los compañeros allí a lo lejos, mientras me aseguran.


Al final el pasamanos atraviesa una placa completamente lisa por la que no nos queda más remedio que agarrarnos a la cuerda. Un par de metros más allá está la segunda reunión.


Ya he llegado a la segunda reunión y después de atarme aseguro y recojo a mis compañeros.


En esta zona más que escalar parece que estemos haciendo ejercicios de circo. Pero es que la placa es completamente lisa.


Y comienzo la tercera tirada de cuerda, la más larga, difícil y comprometida de toda la travesía.


El largo comienza con un destrepe de unos tres metros por una estrecha fisura con buenos agarres. Hay una pequeña cuerda, la punta del pasamanos, con la que podemos ayudarnos, aunque no es necesario.


Nada más terminar el destrepe comienza una travesía horizontal con muy pocas presas y lavadas, bastante difícil, que es la zona más comprometida del largo. Además no hay más seguro emplazado que una clavija al cabo de muchos metros.


Pero al final todo termina y al cabo de unos 30 m llego a la reunión, donde me ato y me dispongo a asegurar a mis compañeros.


Desde aquí tengo una fantástica perspectiva de la cala de Mascarat, prácticamente vacía. En el centro de la imagen se aprecia el descenso por un pequeño barranco. Hay que decir que ese complejo urbanístico que se alza sobre la cala es completamente ilegal, y no sólo porque no respeta la ley de costas, sino porque este paraje, protegido desde 11 de marzo del 2005, está integrado dentro del Parque Natural Costero de la Sierra Helada (Gelada, en valenciano).


Pepe comienza el tercer largo, mientras Juan Carlos le observa. El destrepe es delicado.


Como va en el medio de los tres tiene la opción de utilizar la cuerda de Juan Carlos como cuerda fija de seguro. No le hace gracia ver la clavija tan lejos.


Esta imagen de la tercera reunión es impresionante.


Pero poco a poco va resolviendo la travesía, sin grandes problemas; como es el más alto de los tres encuentra presas que yo no he visto.


Una vez pasada la clavija, que además está bastante oxidada, la dificultad flojea un poco y la escalada se hace más sencilla.


Y el toca el turno a Juan Carlos, que comienza el destrepe. Aunque la perspectiva de la imagen engaña un poco y no lo parece, el seguro está a unos siete metros de donde se encuentra. En caso de caída llegaría hasta el agua.


Pero es un campeón y lo resuelve sin problemas.


Es una travesía exigente y delicada, a la que la falta de seguridad le da un plus de dificultad.


Y detrás de la punta de Mascarat se intuye la bahía de Altea y empezamos a ver, al fondo, los rascacielos de Benidorm protegidos por la sierra Gelada, que en algunos puntos tiene acantilados de más de 300 m de altura que caen a pico sobre el mar.


Empiezo el cuarto largo, el primero en el que ya atacamos el espolón vertical. Es difícil, sobre 6b, y está asegurado con algunos parabolts bastante corroídos por la humedad y el salitre y varios clavos muy viejos.


Enseguida se coge altura; la vista que tengo sobre mis compañeros, ahí abajo, es de lo más bonita, sobre las aguas turquesas del Racó. Apetece un baño.


Los primeros metros van por el mismo filo, pero enseguida hay que ir atravesando en diagonal hacia la derecha. Se ven cordinos mue estropeados, en puentes de roca, y también alguna clavija colgando completamente oxidada.


En cuanto gire un poco hacia la derecha del espolón voy a perder la vista sobre la cala. La roca nos recuerda un poco a la del Peñón de Ifach, agarres romos, cubiertos de un polvillo salitroso en el que las manos, sudadas por efecto del calor, se resbalan.


Enseguida voy cogiendo altura. El sol ya está pegando con fuerza y apetece más tirarse al agua que continuar escalando.


El largo, aunque poco a poco va desplomando, es corto y se llega enseguida a la reunión. Voy recogiendo a mis compañeros.


Hasta ahora nos habíamos librado del sol, pero a partir de este momento nos va a acompañar en todo el recorrido.


La cuarta reunión es colgada sobre el vacío; esta zona de la vía atraviesa un desplome considerable.


Como no cabemos todos juntos Pepe mete un lazo largo en un puente de roca y allí se queda colgado, un par de metros a la derecha de la reunión.


Enseguida llega también Juan Carlos, que se va a ocupar de asegurarme. Fijaos cómo quedan colgando las  cuerdas sobre el vacío.


Este tipo de reuniones son bastante incómodas, el arnés te aprieta en la cintura, menos mal que dura poco.


Y empezamos el quinto largo, sorteando el desplome por la izquierda. Aquí, por efecto del sol y el calor, nos sudan las manos todavía más y el efecto sobre las presas es como si quisiéramos agarrarnos en aceite. ¡Qué sensación de inseguridad!


Paro a hacerles una foto a mis compañeros, sobre los que tengo una vista magnífica.


Ahí están, colgados como chorizos y con el sol justo encima de la cabeza.


Pero bueno, poco a poco vamos resolviendo el largo. La dificultad aquí es 6b+.


Y una vez que supero la zona desplomada enseguida voy a perderles de vista. A partir de aquí la pared se va tumbando y la escalada se dulcifica.


Y llego a la reunión. Todavía nos queda un largo entero, pero la pared aquí está más tumbada y la vía es mucho más sencilla, todavía queda algún paso de IV+.


Y al cabo de un rato llega Juan Carlos a la reunión.


La cala de Mascarat vuelve a aparecer allí abajo. Han aparecido algunos turistas, media docena, como mucho. Un lugar agradable para darse un baño sin gente.


Y enseguida llega Pepe también.


Desde luego en otra época esta comarca de la Costa Blanca tuvo que ser espectacular. Pero los desmanes urbanísticos potenciados y tolerados desde la Consellería de Urbanismo y Medio Ambiente han destrozado el paisaje.


Sobre la cala de Mascarat vemos por fin la bahía de Altea. Las montañas que se ven al fondo a la derecha pertenecen a la sierra de Aitana. La más elevada, con forma de pirámide, es el Puig Campana.


Ya hemos hecho también el último largo y terminado la vía.


La última reunión equipada. Tedavía queda una pequeña trepada de unos diez metros, por un diedro, hasta terminar la pared.


Juan Carlos es el último en llegar.


Aquí termina la pared, bajo este pequeño olivo. Por debajo, más de 100 m de pared vertical hasta el mar.


Juan Carlos y yo, posando. Y luego dicen que los amigos que se hacen en el Facebook son más falsos que un billete de tres euros.


Y comenzamos la vuelta hacia los coches. El sol aprieta con fuerza y el agua color turquesa de la cala nos resulta tan atractiva que vamos a tardar poco más de media hora en bajar de nuevo a pie de vía y darnos un buen baño.


Desde aquí no hay camino, así que atravesamos arbustos y la pedregosa ladera de Toix hacia la urbanización de Mascarat.


Y desde la zona alta del Morro de Toix tenemos esta impresionante vista del Peñón de Ifach y de la bahía de Calpe.


Y después de un buen baño en el mar y de recoger los trastos, esta aventura terminó... bueno, como terminan estas cosas. A vuestra salud.