Iñaki Miró, Guía de Montaña, Escalada, Espeleología y Barrancos
Página web: http://inakimiro.jimdo.com/
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A mis Montañas
Este reportaje quiere ser un homenaje a todas esas montañas que he recorrido durante todos estos años. Tenéis que disculpar que la mayoría de las fotos que vais a ver son muy antiguas, por no decir viejas, de cuando no existía la fotografía digital. Son diapositivas escaneadas, en mejor o peor estado de conservación, algunas llenas de esos hongos que las azulean, pero creo que son válidas para haceros una idea de cuál ha sido la motivación que me ha movido durante los últimos treinta y ocho años. Va por mis montañas.
Ésta foto de los glaciares de la cara norte del Monte Perdido está sacada el 31 de septiembre de 1976 o 77, la primera vez que hice la vía en solitario. En aquella época la 1ª barrera de séracs era muy difícil de franquear, por lo que la entrada la hice por un estrecho corredor que apenas se aprecia a la izquierda. Conseguí subir sin quitarme los crampones hasta la cumbre, cosa que hoy, debido al cambio climático y la desaparición del hielo fósil en el Pirineo, es prácticamente imposible si no es en pleno invierno.
Cara Norte de la Gran Aguja de Ansabere. Vía Rabier.
La primera vez que fuimos a escalar a Ansabere fue en agosto de 1982. Dejamos el coche en el valle de Linza e hicimos el acercamiento por la ladera sudeste del Petretxema. En esta imagen la pared de la mesa de los Tres Reyes (en euskera Iru Erregeak Maila), de 2.444 m de altitud, que da al valle de Lescún.
No tenía una foto válida de la cara norte de la gran aguja de Ansabere, que es donde íbamos a escalar, y he sacado ésta de un reportaje de Internet, por lo que no es mía. Creo que vale para hacernos una idea de lo que estamos hablando. La vía que que describo transcurre por la vertical de la aguja más alta, la de la derecha.
Pasamos un par de días en esta borda de pastores llena de pulgas. Cerca pastaba un gran rebaño de ovejas con sus mastines pirenaicos que las cuidaban.
La escalada en Ansabere es muy especial. Entre los escaladores estas vías siempre han tenido una gran categoría, pero a mí personalmente no me gustan demasiado. La roca es mediocre cuando no muy descompuesta. Los aseguramientos son inciertos. Aquí estoy en el primer largo de la vía Rabier a la cara norte de la Gran Aguja, una tirada de cuerda muy delicada, de mala roca y con muy pocos seguros.
Aquí estoy en el techo característico, creo que en el tercer largo. A partir de aquí la roca está en mejores condiciones y es más fácil asegurar.
Javi Ezeiza y Guillermo Bergaretxe en la última reunión antes de la cumbre. Lo que queda ya es fácil.
En la cumbre de la la Gran Aguja de Ansabere. El panorama mirando en dirección al Pirineo Central es espléndido. Desde aquí un destrepe y luego un rápel nos conducen al collado del Petretxema, desde el que es fácil subir a la cumbre- 2.371 m de altitud- y bajar después a pie de vía.
Después de escalar mis amigos volvieron a Bilbao, pero a mí me quedaban todavía unos cuantos días de vacaciones, así que desde Linza realicé una travesía muy bonita hasta el valle de Hecho, donde está la maravillosa selva de Oza, y después continué haciendo montañas por ahí.
Crestas de Diablo y Costerillou al Balaitous, 3.144 m de altitud.
El Balaitous es la primera cumbre pirenaica de más de tres mil metros de altitud que nos encontramos por el oeste. Así mismo, también es el corazón y el alma del más occidental de los macizos graníticos del Pirineo, unas islas geológicas en medio de una cadena eminentemente calcárea.
Accediendo por la vertiente sur del Pirineo el camino más cómodo para acercarse al Balaitous es por el pueblo de Sallent de Gállego y el valle del río Aguas Limpias.
Es un camino cómodo y muy agradable, que en su mayor parte transcurre por el interior de un bosque de hayas y pinos albares, plagado de arbustos de frambuesas. A un costado queda el río, que se embarranca formando un desfiladero con cascadas de hasta veinte metros de altura.
El camino nos lleva hasta el lago-embalse de Respumoso, situado a poco más de 2.000 m de altitud. Un buen lugar para darse un buen baño y quitarse el sudor de la subida. En aquella ocasión hacía un día espléndido.
Éste es el antiguo refugio de Alberto I, donde pasamos varias noches muy agradables. Hoy en día está cerrado y lo aprovechan los pastores que en verano llevan su ganado a la zona. Si os fijáis, sobre la chimenea se ve el nuevo refugio de Piedrafita, que en aquella época estaba en obras. No voy a entrar a juzgar la concepción, para mí errónea, que tiene FEM sobre lo que debe ser un refugio de montaña, que hoy en día son prácticamente hoteles.
En los bosques de los valles cercanos viven jabalíes y corzos, y en los alrededores del lago de Respumoso rebecos y marmotas. Pero es posible encontrar otros animales, como esta víbora áspid, propia del Pirineo.
Como me gustan mucho los animales hay ciertas cosas que no me resisto a hacer, como cogerlos. Pero con esta víbora no es muy conveniente, porque si uno es un poco alérgico o está bajo de defensas su mordedura puede resultar mortal.
Ésta es la afilada cresta del Diablo, llena de gendarmes y agujas, una afilada arista de granito situada prácticamente a tres mil metros de altura, que lleva a la siguiente cresta de Costerillou y después a la cumbre del Balitous.
Los largos de granito se suceden. La dificultad de los pasos oscila entre el IV y el V grado.
Apenas se encuentran seguros emplazados en la vía, pero en aquella época, en la que aún no existían los fiends, con lazos largos para rodear bloques y algunos fisureros aseguramos sin problemas el recorrido.
La característica principal de esta arista es lo aéreo de sus pasos, con paredes vertiginosas a ambos lados, que si bien no aumentan su dificultad sí le dan un ambiente de seriedad mayor.
Es una arista en la que las imágenes de una gran plasticidad y belleza se suceden, y en la que, por ambos lados, divisamos dos impresionantes panoramas pirenaicos.
Allí abajo, en la distancia. está el lago de Respumoso. Ya estamos terminando la cresta del Diablo y entramos en la de Costerillou, más sencilla de escalar.
Ascensión al Espolón Sur del Jiso, Picos de Europa.
En el macizo oriental de los Picos de Europa, o macizo de Ándara, en su vertiente sur y sobre los bosques de hayas del valle de Valdebaró, dominando el pueblo de Camaleño, podemos ver toda una serie de impresionantes paredes y abismos de roca calcárea que culminan en el pico Cortés, de 2.370 m de altitud (en el centro de la foto). Un poco a la izquierda de esta cumbre se observa la afilada arista llamada de los Peñalaros, nombre dado por los primeros ascensionistas, que culmina en el pico Jiso, de 2.130 m de altura. La cumbre más alta del macizo de Ándara es la Tabla de Lechugales, de 2.441 m de altitud.
Para acceder a esta vía cogemos en el pueblo de Espinama una pista que nos conduce hasta los Puertos de Áliva, donde dejamos el coche en un prado. Desde aquí una senda cómoda nos lleva hasta el collado de Cámara, desde donde el acercamiento a pie de vía es evidente.
En los prados de Áliva pasta en verano todo el ganado de la comarca, caballos, vacas de monte y ovejas. En la actualidad está prohibido subir con vehículo privado, si no se tiene permiso, hasta Áliva, por lo que el acercamiento habrá de hacerse caminando. He hecho esta vía varias veces, pero las fotos que ilustran el reportaje corresponden al mes de junio de 1980.
Preparándonos a pie de vía. Mis compañeros de cordada en aquella ocasión: a la izquierda, Ángel Landa, veterano escalador vasco y gran aperturista en los Picos de Europa; tiene en su haber, por ejemplo, la primera ascensión invernal al naranjo de Bulnes, con el difunto Pedro Udaondo y también compañero mío de escalada en varias ocasiones. A la derecha, Juanjo San Sebastián, también de Bilbao, conocido ochomilista.
La vía de la arista de los Peñalaros tiene unos 600 m de longitud. Está asegurada con las clavijas de las primeras ascensiones, viejas y algunas en mal estado, por lo que hay que prever un juego completo de fisureros, otro de friends y lazos largos para enhebrar puentes de roca.
Juanjo peleándose con la roca. Al fondo se ven los frondosos bosques de hayas del valle, situado en el interior del Parque Natural de Saja y a las puertas del Parque Nacional de los Picos de Europa. Afortunadamente toda esta región, que se caracteriza por una impresionante belleza natural de bosques y montañas y que constituye unos de los últimos refugios para especies animales tan castigadas como los lobos y los osos, está bien protegida.
En mitad de la arista de los Peñalaros. En la zona inferior, donde la arista es más afilada, los pasos rondan continuamente una dificultad de V y V sup, incluso con algún paso en el que es necesario ayudarse del equipamiento para progresar. En la zona más alta la dificultad se suaviza hasta IV sup y IV.
El "patio" que vamos dejando bajo nuestros pies es impresionante. La vía es larga, hay que tener en cuenta que los primeros ascensionistas realizaron veintiocho largos de cuerda hasta llegar a la cima, y además es bastante vertical.
Las reuniones suelen ser cómodas, hay bastantes repisas, pero es necesario protegerlas con material que llevemos porque lo que hay es viejo y poco fiable.
La última vez que hice esta vía me encontré unos cuantos friends abandonados tan bien empotrados que no hay forma de sacarlos, pero vienen bien para asegurar. La roca tiene bastante buena adherencia, y es segura, lo que convierte a esta vía en un destino interesante en estas montañas donde, en general, la roca es mediocre.
En la cumbre del Jiso, cansados pero contentos, en un día caluroso de junio. Juanjo recogiendo las cuerdas. Ahora sólo nos queda el descenso y vuelta a casa.
La cumbre de Peña Vieja y el pico de Santa Ana (macizo Central de los Picos de Europa), sobre los prados de Áliva, vistas desde la cumbre del Jiso.
Y al contrario: la vertiente noroeste del macizo de Ándara, u oriental, al atardecer. El collado de Cámara se adivina a la derecha, y la primera cumbre individualizada que vemos (la cuarta por la derecha), con el final de la arista de los Peñalaros en sombra, es el Jiso. El descenso hasta los prados de Áliva se realiza por las pedreras que bajan desde la cumbre.
Pilar Sur del Midí D`Ossau, Pirineo Central,
El Midí D`Ossau es una montaña emblemática y solitaria que levanta su cumbre granítica de 2.884 m de altitud sobre el valle de Ossau, refugio de algunos de los últimos osos del Pirineo. Hubo una época en la que nos gustaba mucho escalar estas rocas graníticas, y durante varios años seguidos cogimos la costumbre de pasar el mes de septiembre, unos años entero y otros durante dos o tres semanas, bajo su pared sudeste.
Estos son el refugio y el lago de Pombie, situados a 2.034 m de altitud, centro neurálgico de las ascensiones y escaladas a esta montaña. En el lago nos bañábamos todos los días después de escalar, a pesar de que el agua, bajo la superficie, está a una temperatura no muy por encima del punto de congelación.
La gente suele acampar a la orilla del lago, por lo menos en aquella época se podía hacer sin problemas. Éste es un grupo de escaladores catalanes con los que hicimos varias ascensiones. Algunos de ellos abrieron la vía de "Los Catalanes" al Pisón, en Riglos.
Pero nosotros, que conocíamos mejor la zona y no nos gustaba ir al monte con tiendas de campaña (sigo sin hacerlo), teníamos nuestro particular refugio bajo esta gran roca de la antigua morrena glaciar.
En este cómodo vivac he pasado unas cuantas semanas de mi vida. Aquí dormíamos, cocinábamos y preparábamos la vía que pensábamos escalar al día siguiente.
Esta es la visión que teníamos desde la entrada de nuestro refugio. Alejo aparece aquí contemplando la cima del Balitous (a la izquierda), sobresaliendo entre las nubes.
Hemos realizado muchas escaladas diferentes en esta montaña granítica, pero las fotos que vemos a continuación, sacadas en septiembre de 1977, son de la vía Ravier al Pilar Sur (en la foto, el gran diedro- fisura que se adivina bajo la cumbre principal, un poco a la derecha de la línea divisoria entre la sombra y el sol), una de las vías más emblemáticas de la famosa cordada francesa.
El acercamiento a pie de vía se realiza por la Gran Rallere, una inmensa pedrera de origen glaciar por la que caminamos a primera hora de la mañana espantando manadas de rebecos.
La vía es difícil y muy vertical; transcurre por una línea de fisuras y diedros que se desarrolla prácticamente en línea recta desde la base hasta la cumbre.
En la zona central el diedro es amplio. La vía tiene pocos seguros de los originales, siempre clavijas o algún taco de madera, pero las grietas rectas del granito del Midí se aseguran muy bien con fisureros y friends.
Incluso entre tanta complicación mineral surge a veces un hálito de belleza.
La dificultad no baja en ningún momento. Es mejor no meterse en una vía como esta si no se domina un grado del orden de 6b sup, y se tiene hábito en asegurarse metiendo cacharrería.
En aquella época no existían aún los friends, y en el Midí utilizábamos dos colecciones de fisureros que iban muy bien en esa roca, los excentric y los simond.
Guillermo Bergaretxe y yo en la cumbre de la Pointe Espagne del Midí, agotados. La vía es muy exigente, y en aquella época, en la que ya llevábamos un par de semanas en la montaña y no estábamos muy bien alimentados, teníamos la costumbre de escalar portando sólo el material, y nunca llevábamos ni una gota de agua ni nada de comida, con lo que todos los días terminábamos de escalar famélicos y deshidratados. pero era la costumbre.
Pitón Von Martín al Palas, septiembre de 1.986.
El Palas, 2.974 m de altitud, es una montaña poco conocida en el Pirineo, quizás menospreciada porque por unos pocos metros no llega a ser un 3.000, o quizás también porque se sitúa muy cerca de su hermano mayor, el Balaitous, que atrae todas las miradas y le hace sombra. Pero es una montaña de gran belleza; para escalarla, hemos elegido la arista que se aprecia a la izquierda de la fotografía, el Pitón Von Martín, bautizado así por su primer ascensionista.
Para acercarnos hemos elegido la misma ruta descrita en la ascensión al Balaitous, desde Sallent de Gállego, pero al llegar a una zona que llaman el paso del Onso tomamos a la izquierda la ladera que nos lleva directamente a los ibones bajo el Pic Palas.
Nos cruzamos con varios grupos de caballos que, durante los meses cálidos, pastan libres por estos valles.
La subida desde el paso del Onso es dura, bastante pendiente, pero enseguida cogemos altura y las vistas que tenemos sobre el valle y las montañas son espectaculares.
Al cabo de unas horas llegamos por fin al primero de los ibones-embalses de Arriel, unas lagunas naturales agrandadas por represas para aprovechamiento hidraúlico, que se situan bajo el Palas.
En seguida encontramos nuestro vivac, un cómodo espacio a cubierto situado bajo un gran bloque de granito. Preparamos la cena y dormimos, estamos cansados y mañana va a ser un día largo.
Por la mañana, el acercamiento hasta el collado donde empieza propiamente la vía de escalada es una trepada fácil después de una larga subida caminando por la pedrera.
Una vez en el collado sacamos el material, nos atamos y comenzamos a trepar. El principio no es muy complicado, pero poco después se pone más vertical.
Los largos se suceden. La roca es muy franca, como en casi todas las montañas de este macizo granítico que se extiende más o menos desde el Midí D`Ossau hasta el Gran Facha.
Si nos mantenemos justo en el filo de la arista encontramos este diedro y otros donde la dificultad ronda el IV sup o el V inf. Pero las dificultades máximas son fácilmente evitables dando algunos rodeos en terreno más sencillo por la pared de la derecha.
El cercano pico de Arriel, o de Saldiecho, de 2.824 m de altitud, al que nos une la vertiginosa arista del Palas.
Pero buscamos las líneas de escalada más bellas, donde disfrutamos de los movimientos. Y los pasos se aseguran con facilidad utilizando fisureros y lazos para enhebrar bloques.
Es una arista de una gran belleza plástica donde la escalada, sin ser exigente, se convierte en un disfrute para los sentidos. Quizás este concepto sea difícilmente entendible para aquellos que no amen las montañas, pero los escaladores y montañeros entenderán lo que quiero expresar.
Una vez terminada la ascensión del Pitón Von Martín, un corto descenso nos pone definitivamente en la arista cimera, por la que en unos pocos largos llegaremos a la cumbre.
En la cumbre del Palas, contemplando el paisaje pirenaico. Por debajo, los ibones de Arriel.
Vía Leiba al Naranjo de Bulnes, Picos de Europa.
El Naranjo de Bulnes, en pleno corazón del macizo central de los Picos de Europa, llamado en origen por los lugareños Pico Urriellu, de 2.534 m de altitud, es una montaña emblemática donde las haya, sobradamente conocida por todo el mundo de la montaña y aún por los que le son ajenos.
En agosto de 1980 decidimos ir a hacer la vía Leiba, un itinerario abierto por una cordada murciana el año anterior. la vía sólo tenía tres ascensiones, por lo que la nuestra fue la cuarta y primera femenina, pues venía con nosotros Chela, una escaladora amiga. La pared oeste del naranjo de Bulnes tiene 530 m de desnivel.
Ahora subimos siempre al naranjo desde el collado Pandébano, pero en aquella época no estaba habilitada la pista que facilita una parte de la subida, por lo que siempre accedíamos a la Vega de Urriellu desde el teleférico de Fuente Dé. En la foto, la cara oeste del pico Santa Ana.
Por el camino, al bajar al Jou de los Boches siempre encontrábamos manadas de sarrios que huían de nuestra presencia.
Comenzamos la ascensión pronto por la mañana, cuando todavía no daba el sol. En la actualidad está bien asegurada con modernos parabolts, pero en aquella época lo que habían metido en la roca eran spits y no muchos, por lo que había que asegurar también con fisureros y puentes de roca.
En la segunda parte, después de Tiros de la Torca, el aseguramiento era si cabe más escaso y más precario, por lo que hubo que extremar las precauciones para evitar alguna caída peligrosa.
El primer largo de la segunda parte atraviesa un desplome difícil en el que los primeros ascensionistas sólo habían metido un buril como seguro.
Después del largo con el desplome encontramos un largo en travesía, bastante difícil, que nos lleva hacia la gran chimenea de salida. Al fondo el Neverón de Urriellu.
En esta zona hay todavía algunos pasos de gran dificultad, con un impresionante vacío bajo nuestros pies.
En la gran chimenea final. La roca aquí pierde algo de verticalidad y la dificultad también es menos exigente, pero sin menospreciar ni olvidar en ningún momento que estamos en una vía de la cara oeste.
En la cumbre del Naranjo. De izquierda a derecha, Ángel Sánchez, Chela Mintegi, el que firma y Guillermo Bergaretxe.
A nuestras espaldas la cumbre del Pico Carnizoso, de 2.432 m de altura, una de las montañas que mejor se aprecia desde el Picu.